TSIPRAS:
¿NOQUEADO O VENDIDO?
Un
mínimo de prudencia me hace suponer lo primero, es decir, Tsipras
perdió la oportunidad de haber asestado un golpe de inusitada
contundencia a la política del capital financiero internacional que
representa la negociación con Bruselas, si tras el no, hubiese
forzado a la UE a sacar a Grecia del euro, pero el hecho de aceptar
la negociación le ha dejado noqueado, y todavía peor, rompiendo el
partido que encarnaba la unidad de la mayoría del pueblo griego, y
ahora, como recurso de político con tablas, convoca
elecciones para proponerle al pueblo ajo y agua – a joderse y
aguantarse –, pero cuanto mejor habría resultado que ese remedio
lo propusiese como el coste del pueblo griego por liderar la lucha
por levantar Europa contra el dominio del capital financiero mundial,
bandera tras la que, presumiblemente, hubieran seguido otros pueblo,
entre ellos, el del Estado español.
No creo necesario enumerar que el modo de producción
de mercancías – la base material del sistema – sea capaz de
generar medidas que beneficien a los pueblos porque todo su arsenal
de medidas se resumen en el ejercicio de la especulación con
cualquier objeto comercializable, por lo tanto el fondo de la
cuestión hay que centrarlo en cómo ayudar a las fuerzas sociales a
generar su alternativa, que de ninguna manera puede reducirse a los
procesos electorales, vacíos de contenidos de cambios que sean
ajenos a la participación social continuada, y esto, tengo que
pensar, no parece que sea lo que pase por la cabeza de la izquierda,
en general, y mucho menos, por la cabeza de los líderes de Podemos,
sin embargo, toda la burguesía europea ha entendido la apuesta de
Podemos hermanándose a Syriza, y los populares y Rajoy no dejan de
aprovechar el noqueamiento de Tsipras estableciendo la comparanza,
algo que los líderes de Podemos refuerzan – Errejon, por ejemplo –
al loar la convocatoria de elecciones sin esbozar la crítica,
constructiva, por supuesto, a Tsipras–Syriza de transigir
entregándole al capitalismo alemán sectores de la producción,
prácticamente, por nada.
El hecho de la ausencia de crítica, por parte de
Podemos, y el silenciamiento de los que se atreven a esbozarla –
Teresa Rodríguez – demuestra que las reivindicaciones que
motivaron la puesta en escena de Podemos están madurando
aceleradamente ante la posibilidad de acceder a pisar la moqueta de
gobernar y, en consecuencia, negociar sin atreverse a plantear el
fondo del problema, que es, la expropiación de los trabajadores y la
ciudadanía de los recursos que aún conservan, a manos del capital
financiero, porque eso sería plantear el problema en unos términos
que superan el compromiso de los dirigente de Podemos, así que menos
alabar a Tsipras por convocar elecciones a destiempo, que se ha
saltado el mandato claro de no negociar, que el pueblo griego le dio,
tras el referendum, y sí más explicaciones por entregarse al
capitalismo alemán.
Vivimos, en términos
políticos, momentos de cambio histórico, entre el viejo modo de
producción, agotado en su faceta de generador de progreso para el
conjunto de la humanidad, y la agitación económico-socio política
de movimientos sociales inconexos porque no hay nadie que asuma la
dirección de tales movimientos impulsándolos para que lo que
expresan de modo caótico empiece a tomar formas definidas, y eso es
así porque los partidos políticos progresistas, generalmente
situados en la izquierda han abandonado, en los hechos, la lucha
contra la explotación, la lucha por el cambio de sociedad, que eso
es la revolución; la revolución no es el simple asalto al poder,
la revolución es la transformación de las estructuras sociales para
que el pueblo sea, plenamente, fuente de poder y legitimidad, con
instrumentos efectivos para tomar decisiones y debatir en función de
mayorías organizadas, por eso, los partidos tradicionales del
movimiento obrero, al unir su suerte al albur de los procesos
electorales han abandonado la lucha contra la explotación, y esta
lucha se ha fragmentado en diversos movimientos, desde la
domesticación de los sindicatos obreros hasta la proliferación de
ongs, pasando por el feminismo y los movimientos de liberación
sexual; el abandono de la lucha contra la explotación deja a los
luchadores que si quieren impulsar al pueblo trabajador en fuente de
poder limitados a unir su lucha a la mera participación electoral,
sin querer comprender que la lucha de clases esta unida al objetivo
de acabar con la división de los seres humanos, en clases sociales
enfrentadas.
La lucha que abandona los
objetivos fundamentales se convierte en una pantomima siniestra,
porque la lucha contra la explotación está unida a una visión y
unos objetivos, que hoy están ligados al futuro, y ese futuro está
siendo impedido, obstaculizado por el caducado modo de producción
mercantil, por lo tanto transmitir los objetivos y transmitir una
cierta visión de la sociedad en la que se quiere vivir es
fundamental para dar continuidad a la lucha, más allá de la
duración de las campañas de elecciones porque dentro del
capitalismo no hay futuro, ya que este, sólidamente estructurado y
articulado no tiene la competencia capaz de arrancarle el liderazgo,
ya que esa competencia solo puede venir de la clase obrera
organizada, dirigiendo al pueblo trabajador.
LAS PÉRDIDAS DE LOS
MULTIMILLONARIOS SOLO INDICAN MAYOR CONCENTRACIÓN DEL CAPITAL
Como demuestra la
realidad cotidiana, aunque no se quiera ver, las pérdidas de los
multimillonarios no repercuten positivamente en los bolsillos de la
gente corriente porque si 400 personas más ricas del mundo han
perdido 182 mil millones de dólares – 182 000 000 000 $ –
esta semana, según el sitio bloomberg.com,
ese dinero, ese capital lo habrán ganado otros grupos financieros,
significando que tal transferencia forma parte del juego del capital
financiero mundial, cuya tendencia es la concentración de la
acumulación, por eso la bajada
del precio del petróleo, como consecuencia de las
maniobras financieras de China, ajustando su moneda, esa bajada no se
ha traducido en la misma cuantía, en la ciudadanía porque la solida
estructuración del capitalismo organizado en esa red de 147
transnacionales está organizada para evitar que la sana
competencia entre los poderosos se traduzca en una malsana
preponderancia del incremento de poder para el pueblo, y este tipo de
maniobras es el que impide que el pueblo trabajador pueda encontrar
futuro dentro del sistema sustentado por el modo de producción
mercantil, y este tipo de explicaciones está ausente de la
inexistente lucha sindical y de la inexistente lucha idológica, por
eso, maniobras como las de Tsipras convocando elecciones, tras haber
desobedecido el mandato del pueblo griego de no negociar otro rescate
ruinoso significa, mirándolo con cierta consideración, su falta de
política y su timidez para denunciar al sistema, siendo
pertinente la pregunta ¿acaso espera convertirse en un estadista
político?, ¿todo el esfuerzo de años de lucha para hacer lo mismo
que sus antecesores? Honestamente creo que este tipo de
comportamiento político hunde la moral de los luchadores obreros y
es un mazazo en la consciencia de los pueblos, y del pueblo griego,
especialmente.
Si Podemos acepta este
comportamiento sin crítica habremos de suponerle que su visión de
la lucha está destinada a fracasar porque lo que de verdad se
necesita es una apuesta clara por acabar con el sistema, y es posible
reconocer abiertamente el deseo del pueblo trabajador, de la
ciudadanía, de lograr los cambios de forma pacífica, pero quien se
atreva a liderar el combate debe de tener claro que el coste será
tanto más leve cuanto más claro sean los objetivos y más fuerzas
se unan tras ellos, por eso, la el respaldo de Podemos a Tsipras
indica que no solo está de acuerdo en la política programática,
sino que al no expresar la crítica a la debilidad de Tsipras,
se hace responsable de la práctica política coyuntural
y tal cosa puede equivocar al pueblo trabajador, por tanto, si un
partido pretende educar con su comportamiento al conjunto de la
ciudadanía, y no solamente tener palmeros
que le jaleen, la actitud de la dirección política de Posemos,
yerra.
EL OXIMORÓN DE VARUFAKIS
La acción política que pretenda impulsar cambios políticos
profundos tendentes a favorecer al pueblo trabajador debe saber que
esa acción política no puede estar condicionada por la época de
elecciones, sino que esta etapa de elecciones, solamente va a suponer
conocer a los militantes que defenderán en el parlamento las
propuestas por las que se luchan día a día, pero teniendo presente
que los cambios vendrán de la presión que la lucha sea capaz de
movilizar para incrementar la fuerza.
El sistema no es separable de la clase que lo dirige, es decir, el
modo de producción de mercancías no es separable de la clase que lo
dirige, y si es posible suponer que el modo de producción pudo haber
evolucionado de otro modo, de ninguna manera podemos suponer que el
sistema desandará el camino recorrido para volver a sendas que pudo
haber recorrido pero que no transitó, por lo tanto, que algún
dirigente situado en la izquierda internacional, con la sana
intención de desfacer entuertos proponga medidas que en su momento
no se tomaron, estará equivocado porque la élite internacional que
dirige el sistema, lo quiere tal como va, y no desea otro
comportamiento, pues esa élite, en esencia, el complejo militar
industrial que es el mensajero del miedo del capital financiero
internacional que frecuenta lugares donde intercambian sus productos,
ideas y concepciones, sabe que cualquier alteración positiva
redundará en una pérdida de poder que se transferirá, por
la propia dinámica del proceso de interrelaciones, al
conjunto de la sociedad, así que si la situación griega pudiera
mejorar, porque la UE ayudara a facilitar la vuelta a la moneda
nacional – dracma – que era, según creo, el plan B de
Varoufakis, la situación no mejoraría especialmente porque el
sistema quiere la derrota de la clase obrera, país por país,
que es lo que puede ahorrarle una guerra, de efectos
imprevisibles, y si esta se llevase a cabo, el manejo de
una masa amorfa; la vuelta a las monedas nacionales, que Oskar
Lafontaine supone que retomaría la senda de la Europa
social es igualmente ilusoria, porque la construcción de la Unión
Europea se hizo despreciando la participación de los pueblos de
Europa, y la socialdemocracia estaba y está del lado de la
burguesía, y en tales condiciones toda la arquitectura institucional
se proyectó en función del interés de los mercados,
y los mercados, en los estertores de un modo de
producción que ha dejado de ser útil al conjunto de la humanidad,
quiere una derrota épica de los ciudadanos de los países
industrializados, porque al sistema le sobran tres mil quinientos
millones de seres humanos, que no son los que agonizan – sobreviven
con, a penas, dos dólares al día –, sino los ciudadanos de Europa
y la de los países industrializados, con capacidad potencial para
organizar una alternativa, por eso, los planes B no sirven porque
no pueden rellenar el vacío de poder que significa la falta de
fuerza del pueblo trabajador, capaz de imponerlos.
En otros términos, acabar con el modo de producción capitalista
significa acabar con el dominio de la clase capitalista, con el
capital financiero internacional que esta dirigiendo la producción,
las finanzas, dilapidando los recursos humanos y materiales en
beneficio de ese uno por ciento mundial, por eso, las medidas
tendentes a paliar los efectos devastadores de la actual crisis
política, al no plantar cara a las medidas de la burguesía, pierden
efectividad, porque no enfrentan su fuerza con la fuerza de la clase
obrera, es decir, plantar cara significa poner por delante los
objetivos políticos – no pagar las deudas nacionales y la
exigencia indeclinables de hacer pagar impuestos progresivos,
acabando con los paraíso fiscales – enfrentados a los
objetivos políticos de la burguesía tendentes a defender la
ganancia, el mercado, su poder frente a la sociedad, lo que quiere
decir que está dispuesta a defender su voluntad política de hacer
prevalecer el privilegio de la clase capitalista frente al resto de
la sociedad.
La falta de decisión de la izquierda para encarar el combate
ideológico exigiendo abiertamente modificar la producción, la
utilización de los recursos, el control de las finanzas es lo que
hace inviable los planes, por muy estudiados que estos sean, porque
no se puede poner una vela a Dios y otra al diablo, y esta falta de
contundencia ideológica está presente en la izquierda porque está
convencida que el sistema capitalista funciona y efectivamente
funciona para la élite, para el uno por ciento, pero no para el
conjunto de la humanidad, aunque haya recursos suficientes para
todos, si el reparto se hiciera con otros criterios, pero si no se
esta dispuesto a tocar el núcleo del problema, nunca se llegará a
solucionarlo, por eso me parece paradigmático el comportamiento de
Varufakis, porque defender la soberanía del pueblo griego,
por el que él lucha significa acabar con el sistema, que es quien lo
impide, porque ya no desempeña la función que le hizo alternativa
al feudalismo, ya que la función de impulsar el desarrollo del
conjunto de la humanidad, aunque esta función no sea la que
determina la naturaleza del capitalismo, sino un subproducto,
está confirmada por los hechos, cuestionada, porque el incremento de
la miseria rodeada de lujo y despilfarro de recursos y medios
materiales y humanos, resultan obscenamente ofensivos, y Varufakis
dice "…pone a la izquierda radical frente a un
terrible dilema : ¿deberíamos aprovechar esta profunda crisis
capitalista –esas que se dan una vez por siglo— como una
oportunidad para promover el desmantelamiento de la Unión Europea,
dada la adhesión entusiasta de ésta al credo y a las políticas
neoliberales? ¿O deberíamos aceptar que la izquierda no está
preparada para un cambio radical, y promover, en cambio, la
estabilización del capitalismo europeo? Este trabajo argumenta que,
por poco atractiva que pueda sonar esta ultima proposición a los
oídos de un pensador radical, el deber histórico de la izquierda,
en esta coyuntura particular, es estabilizar el capitalismo."
Cuando yo leí su articulo hice un apunte
dando mi opinión, sobre el suyo, y volví a insistir en otra ocasión
más porque él tiene el valor de reconocer abiertamente que todo
mejoraría, estabilizando el capitalismo, pero como él es un
militante y reconocido intelectual, me parece fundamental resaltar la
incongruencia de su pensamiento, porque él sí puede entrar en las
sutilezas de los argumentos y en lo enmarañado de la práctica
política, sin perder de vista los objetivos, y puede reconocer la
debilidad de su tesis.
La solidez del capitalismo actual es su increíble articulación
funcional en la que, a modo de un selecto club, las reuniones
internacionales, oficiales y particulares, y el entramado de las 147
transnacionales les permite una increíble influencia sobre los
dirigentes políticos, en las que los diferentes discursos, coinciden
en mantener apartado al conjunto de la población mundial, mientras
ellos encuentran la solución que mejor les cuadre, y a esta práctica
solo podría oponerse la de la propia mayoría social apartada de
cualquier tesis por la cobardía política e intelectual de los
dirigentes obreros, de los dirigentes de la izquierda, lo que
requeriría una política capaz de afirmar con rotundidad la decisión
de modificar la estructura productiva y la estructura financiera. En
la práctica, esto podría suponer planes que no diferirían de los
que se presentan en las negociaciones, de forma rotunda, siempre que
se establecieran, como innegociables, el impago de las deudas
nacionales, la profundidad de las reformas fiscales
progresivas, la erradicación de los paraísos
fiscales, y sobre todo, la movilización social, en apoyo
de tales exigencias, pues eso es lo que puede entenderse por
deconstrucción del modo de producción mercantil, la exigencia de
modificar la sociedad, apoyado en la fuerza social, y no en los
compadreos de negociaciones, a puerta cerrada, en la que se está
ausente del intringulis del debate, porque la fuerza dominante la
ejercen los representantes burgueses, los representantes de los
mercados, mientras los representantes del pueblo trabajador, asienten
porque solo poseen la fuerza de sus razonamientos, porque la
fuerza efectiva del pueblo trabajador quedó en la plaza, en el
gesto, por eso, la estabilización del capitalismo, que Varufakis
cree positiva, o el retorno a caminos que no se transitaron cuando
pudieron ser oportunos, son brindis al Sol, por eso, aceptar las
explicaciones de Podemos sobre la actitud de Tsipras, no sirven más
que para ocultar la carencia de política que sea capaz de decirle al
pueblo trabajador que el capitalismo ha acabado su ciclo histórico y
hay que buscar nuevas alternativas.
jmrmesas
veintisiete de agosto de dos mil quince
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