LA
SOCIEDAD FRENTE AL CAPITALISMO
El
nivel de desarrollo tecnológico y científico al que ha llegado la
humanidad, en apenas unas décadas, hace que las materias que dominan
estas disciplinas, indispensables para vivir en el tipo de sociedad
en que se desenvuelve la actividad humana quede en manos de un grupo
de expertos; probablemente, nunca, como ahora, la ciencia y sus
logros han estado tan distanciadas de la sociedad, como lo está hoy
(probablemente mi error es considerar que hoy, la ciencia está más
cercana porque los artilugios que nos rodean hace, al tener que
lidiar con ellos, que nos preguntemos cosas, pero la ciencia progresa
porque el pensamiento científico es muy irreverente, poco dogmático
y muy propenso a querer saber y comprender. Nada más alejado del
mito, de la fe del carbonero, del catecismo, de cualquier tipo de
catecismo o prontuario), pese a la contradicción que supone
esta afirmación, cuando, casi todo el mundo depende de enseres,
útiles, herramientas ligadas a la tecnología y a los avances
científicos, y sin embargo, el funcionamiento de tales artilugios,
para la gran mayoría es equivalente a la magia (aún cuando, el
impulso de utilización lleve a encontrar una solución práctica),
siendo tales dispositivos, elementos de uso cotidiano, así pues, las
adquisiciones científicas y técnicas más recientes, lógicamente,
desconocidas, sobre todo, aquellas que puedan tener una aplicación
en la industria de guerra, guardadas en secreto, hace que el
principio constitucional del pueblo fuente de poder y legitimidad,
recogido en la mayoría de las constituciones de los Estados
democráticos sea un principio desvalorizado porque la sociedad
carece de elementos de control para discernir que potenciar y que
restringir.
El
nivel alcanzado, implica, de mantenerse esta carencia de instrumentos
de decisión y control, de la ciudadanía, respecto de la capacidad
del mundo de los negocios, de influir en la ciencia, que la
sociedad, por vía de los hechos, comenzará a generar dos especies
de individuos, aquellos con el poder de decidir y recibir todas las
ventajas que la ciencia y la tecnología les depara, y la enorme
mayoría carente de información y recursos, sin posibilidades para
orientar el esfuerzo de la investigación y los recursos disponibles,
en un sentido social, que reporte beneficio y confort al conjunto.
Esta
zanja abierta no podrá cerrarse sin una voluntad de ruptura del
actual modo de vida, y esta decisión tiene que ser, necesariamente,
demonizar el modo de producción establecido y centrado en satisfacer
al mercado. La decisión de los partidos políticos de llevar
economistas de nivel en las listas electorales se debe a la necesidad
de justificar a los mercados ante la cada vez mayor publicidad
negativa que el capitalismo acarrea en su obsesiva carrera por no
ceder terreno ante el auge de los países y Estados nacionales que se
despegan del control ejercido por Estados Unidos, porque, de algún
modo, en la sociedad se va generando la idea de ser consumidos por
los bancos, por el dinero, por los de arriba, siempre
procurando acaparar más, sin importar de qué manera.
Cuando
los mercados son un puñado de multimillonarios –80– que tienen
la propiedad de la mitad del mundo, según medidos informes de
organizaciones nada sospechosas de veleidades revolucionarias, quiere
decirse que todo el proceso de producción impulsado por la economía
globalizada, estructurada por las 147 transnacionales en las que
están todos los grandes bancos interconectados accionarialmente, se
enfoca a satisfacer a ese puñado de multimillonarios que tienen una
influencia política determinante capaz de persuadir al
gobierno más poderoso del mundo –Estados Unidos– de adoptar las
medidas necesarias para empobrecer a una ciudadanía mundial, que ese
pequeño grupo de expropiadores percibe como el peligro más
acuciante, y a la que no pueden diezmar con una guerra mundial, que
podría ser el fin de la historia, como las habidas en el
pasado siglo.
Este
es el panorama, esquemáticamente resumido, de lo que está pasando
en el mundo. La desestructuración de Ucrania, es el intento más
audaz y descarado de una élite que se sabe rebasada por la historia
y que no tiene más escapatoria que someter al 99 por ciento de la
humanidad para poder seguir siendo los dueños del mundo, esa
desestructuración social es la que están abordando, en fase
avanzada, en Oriente Medio, la que con otros ingredientes pero con
idéntica finalidad se lleva a cabo en Méjico por medio del
narcofascismo, porque se busca la consecución de Estados fallidos,
porque el Estado nacional, como factor de orden y progreso, en una
época convulsionada por la injusticia y desigualdad termina
convertido en un policía corrupto, y entonces la sociedad les
percibe como sicarios, enemigos, vendidos, de los que hay que
librarse, y todo eso comenzó, igualmente, de un modo audaz, el 11 de
septiembre de 2001, cuando, con la aquiescencia encubierta,
disimulada, del gobierno de los mercados, se llevó a cabo la
de-mo-li-ci-ón del WTC de Nueva York, tras el choque de los aviones
contra las torres gemelas.
Que
el Estado nacional, en la vorágine de la desigualdad social es un
producto poco fiable hay un ejemplo palmario que es la Unión
Europea. La práctica cotidiana es que Alemania dicta la política
groso modo que seguirá la UE y que cada gobierno nacional va aplicar
en el feudo correspondiente, es decir, no existen políticas
nacionales independientes porque hay una dependencia económica,
financiera y por tanto, política que viene definida por el poder de
los bancos de las 147 transnacionales, por eso los gobiernos europeos
aplican sanciones a Rusia, pero no a Méjico, por ejemplo, a Irán,
pero no a Pakistán, en cualquier caso, arbitrario. Bill Gates es
partidario de un gobierno mundial, y me imagino que debe querer algo
semejante a la UE pero bajo la batuta de EEUU. En cualquier caso, la
élite, cuyo terreno de juego es el mundo sabe que es necesario un
gobierno mundial, la cuestión es que con semejante grado de
desigualdad e injusticia, tal gobierno sería, de derecho, el
gobierno de los mercados.
EL
EFECTO ZIMBARDO
Impulsar
una campaña mundial contra el modo de producción capitalista no es
cosa de hacerlo al calor de un periodo electoral; algo que tiene una
existencia de varios cientos de años, que ha alimentado al mundo en
tan extenso periodo de tiempo, no puede liquidarse con unas frases
más o menos sugestivas, sino que requiere de razonamientos y
demostraciones, que hoy en día, son de una evidencia contable, pero
que, paradójicamente las cabezas más preparadas no teorizan, es de
suponer, porque sin una alternativa, siquiera, esbozada, la critica
teórica puede suponerse, carente de utilidad, sin duda, una
equivocación, porque únicamente, conjeturando, planteando
reflexiones, supuestos es como se llega a soluciones, y eso es
teorizar, y lo que es evidente es que un sistema –el modo
capitalista de producción– vale para que un puñado de
multimillonarios dibujen el mundo, a su medida, porque según sus
ideas, así es como debe ser, así es como lo quieren los
mercados, es decir,
ellos, una redundancia, que no por evidente, incomoda a los
políticos, ni siquiera, de izquierdas.
La
lucha por mostrar la maldad intrínseca del modo de producción de
los 80 multimillonarios, que son los
mercados, se ha de
convertir en la tarea de la izquierda mundial, pues esta ingente
actividad no puede ser tarea de un individuo, ha de ser la actividad
que puede dar sentido a la concitación de la izquierda internacional
reunida en un nuevo partido mundial, para guiar y alumbrar el futuro
inmediato de la deconstrucción del sistema capitalista. Un partido
cuya razón de ser sería la de organizar la lucha –que se quiere,
pacífica, empleando todos los medios legales para expropiar a los
expropiadores, dueños del 50 por ciento de la propiedad global–
contra el capitalismo, que implica, fundamentalmente, la lucha
teórica , argumentando todos los aspectos en los que asienta su
poder el modo de producción capitalista –mercantil–, que por
tanto es heredero de todo un poso cultural antidemocrático,
antisolidario, inhumano, basado en el gobierno y gestión política,
institucional, económica, empresarial de la élites, que se han ido
sucediendo en el mundo desde el comienzo de la civilización.
El modo de producción mercantil, según la visión de
Karl Marx, sería el último estadio de la producción basado en la
explotación de los seres humanos, y todo parece indicar el acierto
de esta concepción, pues el desarrollo de las fuerzas productivas,
útiles al conjunto de la humanidad, cesó desde el momento que el
desarrollo de tales fuerzas son, potencialmente, fuerzas
destructivas, por lo tanto, un nuevo modo de producción, basado en
la colaboración, en el esfuerzo conjunto, significa romper toda una
serie de hábitos de subordinación que anula la creatividad,
imprescindible en una sociedad, como la que aborda el recién
iniciado siglo xxi.
Eso
es lo que significaría abordar la ruptura con el pasado, romper el
efecto
lucifer,
ya saben, aquel profesor que experimento dividiendo a sus alumnos en
dos grupos, uno les tocó hacer de carceleros y otros de presos; cada
uno interpretando su papel alcanzaron cotas de abyección
imprevisibles, y ese es el problema, en la sociedad, extrapolando el
ejemplo, cada uno se encierra en su papel y en esa práctica
cotidiana, jamás la ciudadanía terminará por creerse lo que las
constituciones modernas reconocen, el pueblo es fuente de
poder y legitimidad, porque
siempre hay un doctor
zimbardo ( diré en
defensa del señor Zimbardo
que cortó el experimento porque se le fue de las manos) que nos
recuerda cual es nuestro papel, porque ese es el juego, por eso, a
pesar de la corrupción, que en España se ha destapado, pero que es
generalizada en el sistema capitalista, en diferentes grados, nadie
se echa a la calle, porque el papel del ciudadano es votar en las
elecciones, y las instituciones, funcionan.
REFUNDAR LA IZQUIERDA
La sociedad es ese agrupamiento que se ha ido
produciendo desde el comienzo de la civilización de individuos con
intereses muy variados que en el intercambio de aquellas relaciones
de producción, han generado una compleja y variada cantidad de
intersticios de un valor incalculable. En el proceso de convivencia,
tales intersticios tienen funciones, a veces de junturas, otras, de
separación, pero sin tales y complejas redes de uniones y huecos el
progreso humano, probablemente no habría alcanzado la riqueza
cultural que ha producido el conocimiento.
Es gracias a ese conjunto de redes intersticiales que
los emprendedores sacan beneficio montando nuevos negocios, negocios,
empresas cuyo costo es cero para el emprendedor, para los
capitalistas, pero que la sociedad, genera y produce a un costo de
mantener viva la sociedad. Este coste, que es el progreso de la
civilización, el capitalismo se lo apropia a beneficio de
inventario, y sobre él ha progresado la propiedad privada, o lo que
es lo mismo, el latrocinio del poderoso sobre el débil, generación
tras generación, siglo tras siglo, civilización tras civilización,
milenio tras milenio y en la actualidad, este proceso se concentra en
80 propietarios, cuyo progreso no es menos salvaje que los
anteriores, sino más, porque a estas altura del conocimiento humano
se sabe positivamente que ese proceso no es el designio de ningún
ser divino, sino mecanismos en la formación de la conciencia social
–ideología– y no de la consciencia –conocimiento–, por eso,
los mercados, que saben que en España el Partido Popular es
una apestosa cloaca de corrupción favorece y potencia el crecimiento
de Ciudadanos, porque este partido es el relevo del pp, no porque sus
integrantes sean potencialmente venales, –ya lo dirá el tiempo–
no, sino porque defienden la explotación, es decir, hacerse ricos
por medios legales, cuando ya sabemos que todo el proceso histórico
culmina generando corrupción y latrocinio, más o menos disimulado
por leyes hechas a la medida de los poderosos, por eso se aúpa a
Ciudadanos, porque es la garantía del sistema, su gran
esperanza blanca.
¿Y la gran esperanza roja? Un totem de la izquierda,
Anguita, contempla una posibilidad de una refundación de Izquierda
Unida porque Podemos ha cogido el terreno que se suponía, suyo.
Un diputado de Syriza entrevistado
en otro lugar responde que si ellos fracasan les sustituirán los
fascistas de Aurora Dorada ¿puede la izquierda europea desinhibirse
de la lucha de Syriza? Desde luego que puede, ya lo hace, pero al
hacerlo deben de ser conscientes que colabora con los mercados
en el hundimiento de Syriza y en el ascenso del fascismo continental
cuyo foco en Ucrania potencia Estados Unidos que teme la influencia
de Rusia en Europa.
Hablar de refundación de Izquierda Unida sin poner en
primer termino el terreno de batalla que supone la situación
internacional, en la que Europa es la pieza decisiva es una pérdida
de tiempo, una manera de querer hacer pasar que si se llega al
parlamento y se forma gobierno, España empezará a cambiar. Tan
pronto como un gobierno de Izquierda llegue al poder empezaran a
estrangular todas las posibilidades de mejora, porque los
mercados, los 80 propietarios manejando la economía global,
saben que si España se despega de la influencia financiera de que
maneja el dólar-euro, rechazando las sanciones a Rusia y potenciando
el Banco de Infraestructuras e Inversiones potenciado por China,
habrá comenzado un declive político imparable, y eso no se lo
pueden permitir.
Querer refundar Izquierda Unida sin plantear el rol que
ha jugado el Partido Comunista en todo el proceso de la transición,
sin plantear el fracaso del burocratismo de la URSS, sin plantear la
carencia de política de Izquierda Unida, y de Podemos, que ocupa su
hueco, es poner todas las condiciones para, de llegar al
gobierno, el programa electoral se convierta en una sucesión de
rebajas programáticas porque la economía europea, y española,están
ligadas por múltiples lazos a la economía que está dirigida por
las 147 transnacionales y sus bancos, y nadie se atreve a plantearles
a la ciudadanía que no hay mejora sin la voluntad de ser fuente de
poder y legitimidad y eso les enfrenta al capital financiero mundial.
Refundar la izquierda es tener el coraje de plantear la
construcción de una nueva internacional, y ahí sí, encajaría la
refundación de la izquierda española proponiendo a la izquierda
europea y mundial el objetivo de levantar una nueva internacional
para buscar la alternativa al modo de producción capitalista
–mercantil– porque el nivel alcanzado por las fuerzas productivas
actuales permiten producir para toda la humanidad, no solo para los
mercados, los 80 multimillonarios, y su orla del uno por ciento
mundial, porque la perfección del mercado, con el nivel actual de
las fuerzas productivas, que es como decir, toda la ciencia y
tecnología moderna, no hará sino generar dos especies de seres
humanos, y a eso hay que oponerse, porque en el proceso histórico,
los modos de producción se han ido sucediendo, asumiendo los nuevos,
la herencia de una cultura clasista, elitista, que despreciaba el
aporte y sufrimiento de generaciones de esclavos, convertidos en una
suerte de máquinas inteligentes primitivas, pero desechables, por lo
tanto, el nuevo modo de producción buscado, con el actual nivel de
las fuerzas productivas, tiene que incorporar a la totalidad de la
humanidad porque ellos son fuente de poder, inteligencia y sabiduria,
y eso si sería motivo suficiente como para que la refundación de la
izquierda, volviera a sus orígenes, la lucha por la liberación de
todos los seres humanos.
jmrmesas
veintiuno de abril de dos mil quince