ROMPER
Cuando
un acontecimiento relevante sucede, las consecuencias e implicaciones
afectan a campos muy alejados del objeto específico que lo
protagoniza, y, a veces, la conmoción es tan profunda que trastoca
las propias concepciones sobre el mundo. Eso fue lo que ocurrió con
el descubrimiento del Nuevo Mundo, en 1492. Aquel acontecimiento
removió las creencias más sólidas acerca del mundo y de la fe
porque rompía tabúes formados durante siglos sobre la navegabilidad
del océano Atlántico, y aunque el hecho, en principio, pareciera
controlado y controlable, la realidad es que el suceso requirió un
tiempo, durante el cual, fue calando en las conciencias de las
sociedades de la época formando una nueva conciencia, una nueva
mentalidad que animaba a la experimentación, a probar cosas nuevas.
Producto
de aquella época fueron el Renacimiento, la Reforma protestante y la
Contrarreforma católica, figuras como Galileo, Kepler, da Vinci,
etc., y una sucesión de nuevos inventos, nuevas teorías que
terminaron, corriendo el tiempo con el viejo orden; se podrían
encontrar múltiples ejemplos de figuras rupturistas, pero me parece
muy oportuno mirar la figura de Kepler, como personaje paradigmático
comprometido con la necesidad de encontrar coherencia a una realidad
desajustada.
Johannes
Kepler fue un representante del Renacimiento obsesionado por el mundo
heleno, por la cultura griega y se esforzaba por encontrar respuestas
para adaptar los sólidos perfectos – icosaedro, dodecaedro,
octaedro, … … –, él, entre otras disciplinas, era astrónomo,
a las mediciones que hacía sobre los cuerpos celestes. Su
perseverancia no se veía compensada, incluso cuando comenzó a
trabajar con otro renombrado astrónomo, famoso por la precisión de
sus propias mediciones, a parte de ser rico y pendenciero, Tycho
Brahe; las mediciones no terminaban de ajustarse a los sólidos
perfectos, tan queridos por Kepler.
Terminó
por desechar sus queridos sólidos porque siendo escrupuloso, hubo de
admitir que sus mediciones y las de Tycho Brahe eran precisas pero
imposibles de casar con la realidad – todo un ejemplo de honestidad
intelectual –, y habremos de suponer la decepción de nuestro
héroe, apegado a sus convicciones pero incapaz de trampear con
componendas justificativas, que hiciesen encajar realidades tan
disparejas.
Como
investigador apasionado por encontrar la figura capaz de dar
respuesta a la precisión de las mediciones, y queriendo validar su
confianza en el mundo griego, probó con una figura imperfecta, o
mejor dicho, deficiente, pues eso significa elipse, y de pronto,
todas las mediciones tuvieron acomodo. Kepler descubrió las leyes
del movimiento de los planetas.
LA
REALIDAD
La
realidad es todo aquello capaz de resistir el análisis de
observadores distintos, pues, aparte de la concepción que cada cual
tenga sobre el objeto observado, lo que tenga entidad objetiva, del
objeto en cuestión, será captado por diferentes observadores, no
obstante sus concepciones, y nuestra realidad actual estriba en la
incoherencia de una situación, económica, que dejó de satisfacer
las necesidades básicas del conjunto humano, a pesar de existir
medios para dar cuenta de tales desajustes, pero, en la medida que
dar alcance al desajuste no puede hacerse sin alterar un cierto orden
aceptado por los poderosos del mundo, hay por las horcas caudinas de
la humillación. Tsipras, un buen hombre, queriendo liberar a los
suyos de una situación desesperada, los llama a la lucha y cuando
obtiene el apoyo de una parte importante del pueblo griego y el
reconocimiento práctico, de buena parte de Europa, Tsipras es
llamado a capítulo por el tribunal de la santa Inquisición del
mercado, y cual nuevo Galileo, no resiste la presión de los
inquisidores Merkel–Obama–TTIP, y no obstante sus convicciones,
Tsipras–Galileo, acepta la inmovilidad del mercado porque no
se ha encontrado el Kepler insobornable capaz de buscar
acomodo para casar las mediciones precisas de Tycho Brahe–Oxfan,
con la rigidez de los sólidos perfectos–mercados y toda la
construcción del mundo, el dogma dólar–€uro se vendría
a tierra, como lo que es, una construcción artificial destinada a
someter al populacho mientras la Iglesia–mercado, mantiene
un orden imperfecto pero jugoso y fructífero para el uno por ciento.
¿PODEMOS?
Todas
las inquisiciones habidas y por haber están enfocadas a guardar un
orden injusto, un orden, que desde luego no es un orden que resista
la comprobación de observadores enfrentados, que habrían de llegar,
por mor de la objetividad intrínseca, a conclusiones homogéneas y
congruentes, por ejemplo, la ley de la gravedad es igualmente precisa
si la observa un católico o un ateo, si se mide con el sistema
internacional de unidades o con el sistema inglés, en cualquier caso
arrojará conclusiones homogéneas, por lo tanto, todo lo que no sea
cuestionar el sistema no tiene valor porque sin enfrentamiento, el
sometimiento es la norma, y Podemos reconoce que Tsipras ha hecho
todo lo que podía, menos negar el sistema.
Podemos,
que empezó cuestionando la deuda ha ido matizando la idea dentro de
un cuadro destinado a lograr tranquilizar a los mercados
nacionales, el ibex 35, sin querer entender que la desconfianza
del ibex no procede de ellos, de Podemos, sino de que Podemos
destape, libere al genio encerrado en la botella, en la lámpara y
luego sea incapaz de volverlo a encerrar. Cualquier componenda que se
intente, presentándola como una táctica para tranquilizar a los
mercados es una argucia barata porque a los mercados no se les
puede engañar, pero sí, semejante táctica despista y embauca a los
votantes, por lo tanto, ser claros es la primordial tarea de una
dirección que quiera, de verdad cambiar las cosas, y esto pasa por
decir paladinamente, que dentro del sistema no hay posibilidad de
mejora posible.
En
apuntes anteriores he dejado dicho que Podemos no tiene política
distinta de la de Izquierda Unida, aunque Podemos la diga con mayor
descaro y frescura, y que unos y otros, al encerrar la política en
el marco nacional, perdían la perspectiva. El nacionalismo estúpido
es la baza de los mercados para sujetar al genio en la
botella y todos los magos que acepten esta premisa están condenados
a fracasar porque el mercado, ticho brahe–oxfan
lo confirma, es internacional, tiene nombre y apellidos, y sobre
todo, el mercado perdió, en muy buena medida, el factor de
incertidumbre que tuvo en los orígenes, porque hoy, la información
en tiempo real acabó con el factor incertidumbre.
EL
CUANTO DE TRABAJO SOCIALMENTE NECESARIO
Me
importa referirme a Marx porque sé que dentro de las organizaciones
de izquierdas, pasando por el Partido Comunista, hay militantes
confiados en la veracidad del marxismo, como explicación que les
permite encontrar respuesta a los problemas actuales, por lo tanto,
perseveraré en desgranar conceptos que creo muy diáfanos para
entender el conjunto.
En
el apunte del 14 de julio, comienzo con un párrafo en el que Marx
menciona al modo de producción de mercancías como el último modo
de producción basado en el valor, ya que contrapone el trabajo vivo
– fuerza de trabajo – y el trabajo convertido en mercancía, y
dice a propósito que el fin de tal producción era y seguía siendo,
en el momento de escribir aquello, la cantidad de trabajo, la
magnitud del tiempo de trabajo, el cuanto, el quatum. Hace 150 años
el quantum de trabajo, socialmente necesario era relevante, hoy, sin
embargo, lo relevante es la continuación del párrafo mencionado
porque como dice, En la medida, sin embargo, en que la gran
industria se desarrolla, la producción de la riqueza efectiva se
vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo, y del cuanto de
trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento
durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su poderosa
eficacia- no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo
inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del
estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de
la aplicación de esta ciencia a la producción. La poderosa
eficacia de la gran industria y de los agentes puestos en movimientos
por el tiempo de producción (veinticuatro horas, y trescientos
sesenta y cinco dias), es realmente impresionante; el quantum de
trabajo es despreciable, en la medida en que la ciencia y la
tecnología han robotizado la producción, que el sistema potencia la
robótica y la cibernética, y que estas disciplinas se aplican sin
ningún tipo de control social, hace que la poderosa eficacia de la
gran industria se imponga sobre la sociedad con tratados comerciales,
como los tratados transatlánticos y transpacíficos.
El
trabajo vivo está en retroceso, porque la automatización, es la
manera del capitalista de introducir presión en el conjunto de la
sociedad al reducir a la clase obrera a un mínimo de subsistencia
operativa, y la gran industria a terminado por poseer una importancia
estratégica, sin que exista consciencia, conocimiento social de la
importancia, que para el conjunto de la sociedad tiene la gran
industria.
La
gran industria tiene importancia estratégica porque esa gran
industria, movida por el capital fiananciero incide, primero sobre la
ciencia, de modo general, luego, porque esa incidencia potencia ramas
y otras las deja languidecer, porque en ese proceso influye en áreas
como la medicina, incluso sobre la enseñanza, magnificando la
enseñanza funcional, y deprimiendo otro tipo de enseñanza cuya
utilidad en la producción de plusvalía es mínimo. La gran
industria, que es la producción mundial, está alimentada de bancos
de datos – big data –, obtenidos del conjunto social, pero con la
ignorancia y sin la aquiescencia de la propia sociedad, entrando en
abierta contradicción la fuente de poder y legitimidad, que es la
sociedad, con la fuente de poder efectivo, que es la gran industria,
ante la que callan los representantes de la sociedad, los
representantes del Estado, los intelectuales, dedicados a decir
chorreces, porque si se ponen exquisitos, pueden perder su modus
vivendi.
Todo
esto, toda esta gran influencia de la gran industria, convertida en
estratégica, pasa desapercibida, convirtiendo a la gran industria en
la formadora–deformadora del mundo, sin que la sociedad tenga nada
que objetar.
Lanzarse
a la política sin definir claramente al enemigo es propio de frikis
– creo que esto lo ha dicho Monedero –, y coincidiendo con
Anguita, antes de concertar alianzas hay que empezar por situar al
enemigo; si alguien piensa arrogarse el liderazgo porque crea que en
las elecciones se resolverá el problema, está equivocado, de la
raíz a la punta, porque aunque el cabreo es grande, perderíamos de
vista que el sistema no cae porque aún PERSUADE a una parte de la
sociedad de que es él o el caos, y nadie se atreve a decir, que
dentro del sistema no hay solución; que hay que romper con un
sistema que solo le vale al uno por ciento, porque hay que
contraponer el poder del mercado apelando a la fuente de poder y
legitimidad que es la sociedad, y eso no es ni fácil ni
gratuito, porque hay que persuadir a esa parte que cree que el
mercado aporta solución, porque eso es falso, y a esa parte solo se
la ganará si comienza la lucha. Rajoy, PP, Ciudadanos, es la cara
visible del enemigo; el tribunal de la santa inquisición
del mercado es la trinidad de
Merkel-Obama-nacionalismo, y el Kepler capaz de encontrar la órbita
que ajuste las medidas de Ticho Brahe–Oxfan, a la realidad es la
internacional que hay que construir, porque no es tarea fugaz, ni de
un líder, solo así comenzaremos a romper.
jmrmesas
diecinueve
de julio de dos mil quince
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